FACEBOOK: ¿CONECTADOS A TRAVÉS DE “LA RED SOCIAL”, O ATRAPADOS EN ELLA?
Como es bien sabido la palabra “red” tiene varias acepciones, dos de las cuales sirven como metáfora de implicaciones antagónicas para el tema que me propongo tratar. La última película del talentoso director David Fincher “La red social”, nos describe cómo se inventó el hoy en día omnipresente (¿e imprescindible?) Facebook, así como el inquietante retrato psicológico de su principal creador. Una “red”, en cuanto a su morfología, interconecta a través de sus hilos todos los puntos que la conforman, los cuales obviamente en este caso vendrían a ser personas. No obstante, el uso desnaturalizado y casi adictivo que muchos de sus miembros hacen de Facebook, me hace pensar que sirve también para que queden “atrapados” de forma interdependiente, a través de esos mismos elementos que integran dicha red. No sé si el hecho de que no tenga- ¿todavía?- página de Facebook me convierte en una persona más o menos adecuada para hablar del tema de forma desprejuiciada. Aun así, lo que sí está claro es que hablamos de un fenómeno sobre el que se podrían abrir multitud de debates de infinitas e insondables consecuencias filosófico-sociológicas.
En mi opinión, lo más destacable de la película es el modo en que presenta a su protagonista, así como lo también acertado de su final, por las irónicas y tristes consecuencias prácticas que el mismo deja entrever. Lo primero que se nos quiere dejar claro es cómo el protagonista cuenta con una portentosa inteligencia lógico-deductiva, pero constatando a la vez que quizás ha de pagar por ella un precio desproporcionado, ya que también le lleva por momentos a asumir el comportamiento de un completo inadaptado social. Y aunque es innegable que poco después crea un foro de lo más ingenioso para que todos sus integrantes estén conectados de modo permanente, la- a mi modo de ver- muy cuestionable autenticidad de las relaciones que surgen de su criatura informática, hacen de él un personaje que nos suscita sensaciones ambiguas, e incluso hasta contradictorias. Porque a pesar de lo antipático que nos resulta casi siempre, al final acabamos casi rindiéndonos al sentimiento compasivo que asimismo nos suscita la constante amargura en la que parece estar sumido. Y es entonces cuando, en ese final que no es sino otro nuevo comienzo, consecuencia inmediata del primero de todos, se nos plantea la duda sobre si Mark Zuckerberg inventa Facebook para adquirir notoriedad y prestigio social, para enriquecerse o, lo que a la postre resulta mucho más plausible, para simplemente disponer de un burdo aunque ingenioso ardid, que le permita relacionarse con otro ser humano sin le necesidad de “padecer” su verdadera identidad.
Y puestos a reflexionar sobre la cuestión de fondo, y aunque sea sólo como reflejo de las relaciones que mantienen entre sí los distintos personajes, lo que a mi modo de ver cuenta la película es que Facebook representa un sustitutivo de las relaciones humanas cuya eficacia y legitimidad son bastante discutibles. Me refiero a que, independientemente de su evidente e innegable utilidad como herramienta comercial o profesional, nadie sabe hasta qué punto sirve también para consolarnos por carecer en nuestras vidas de relaciones humanas valiosas, sobre todo por auténticas. O dicho de otro modo, cualquier avance tecnológico en materia de comunicación, debería de servir en principio para atenuar los inconvenientes que se derivan del distanciamiento geográfico, por lo que jamás deberían de ser los auspiciadores del mismo. En dicho caso, caeríamos entonces en una auténtica perversión. Hablando en plata, quiero decir con esto que el teléfono se inventó para hablar con alguien cuando uno no puede estar con él, no para “no tener” así que estar con él, que es a mi juicio el fin con el que muchas veces se utilizan hoy en día muchos instrumentos de comunicación.
La película nos hace reflexionar además sobre dos cuestiones fundamentales: la devaluación que ha experimentado últimamente el concepto de amistad, y la latente alienación a la que muchas veces nos aboca el desarrollo tecnológico. Hoy en día tenemos tantas formas de comunicarnos, que casi nadie se para a pensar en para qué queremos hacerlo. Cuando más pequeño hacemos el mundo, parece que tenemos más necesidad emocional de agrandarlo. En este sentido, hay un momento de la película en el que el único auténtico amigo del protagonista, le pregunta cómo es posible que durante el proceso de desarrollo de Facebook haya dejado de serlo para traicionarle a sus espaldas. Y es que el protagonista sustituye a su único amigo de verdad por quinientos millones de “amigos” virtuales, no con el fin de enriquecerse, sino con el de tratar de experimentar la “ilusión” de sentirse aceptado. Es entonces cuando la palabra “amigo” se va devaluando progresivamente, hasta el punto de que pierde todo su significado pretérito. En Facebook te haces amigos “funcionales”, lo cual no deja de encerrar en sí misma una total contradicción semántica. Y de ahí el malentendido, porque al hablar de amigos, el protagonista y su- en principio- único amigo, hablan en realidad de cosas muy distintas, precisamente porque han hecho de “su realidad” también cosas muy distintas. Mientras el protagonista trata de dejarla atrás, su único y verdadero amigo intenta no perderla de vista del todo.
El reclamo publicitario de la película dice algo así como que para tener quinientos millones de amigos, uno ha de aceptar el precio de crearse unos pocos enemigos. Aunque el aforismo está bastante conseguido y guarda una relación lógica con la trama, no creo que la historia vaya en el fondo sobre eso. Pienso que trata más bien sobre la incapacidad crónica del protagonista de aceptarse a sí mismo, así como de soportar su aislamiento y perenne inseguridad social. Creo que fue Nietzche quien dijo que la fortaleza del hombre se mide por su capacidad para soportar la soledad. No puedo estar más de acuerdo con él, ya que por mucha inteligencia que atesore el protagonista, ésta nunca se bastará a sí misma si no puede compartirla con nadie. Y a mi juicio ésa es en realidad la gran tragedia que plantea esta, por otro lado, estupenda película.
Sé el primero en comentar