Descripción
A pesar de la prudencia y humildad que me embargan al ser consciente del colosal desafío al que me enfrento, también me he armado para hacerlo de una sólida fe en mi analítica capacidad de autocrítica. Y es que me apresto con este libro a abordar uno de los temas más controvertidos de comienzos de siglo, que no es otro que el que hace referencia al pijo y su hábitat natural, es decir, Neguri. No obstante, para ello habríamos de enfocar la cuestión desde su raíz. Porque a ver, ¿qué es realmente un pijo?, o lo que viene a ser lo mismo, ¿hasta qué punto nace o se hace un auténtico pijo? Y lo más importante, ¿qué temibles consecuencias se derivan de dicha fenomenal afec(ta)ción?
Queridos lectores pijos (si hay alguno que no lo sea, mis disculpas pero, francamente, no sé qué demonios haces leyendo esto, si bien te doy la bienvenida no obstante a nuestro singular universo), estaréis todos de acuerdo conmigo en que son cuestiones estas que a cualquier pijo que se precie le han mantenido en vela durante muchas noches de sesudas e insondables reflexiones. Por otra parte, son además asuntos que están emparentados directamente con otros de controversia incluso más abismal e insoluble. Porque no me queda más remedio que admitir que un servidor no puede parar de interrogarse acerca de infinidad de delicadísimas materias. Apuntaré sólo algunas de forma preliminar para definir el marco delimitador del estudio. ¿Es un pijo capaz de sufrir sin fingir? Y habiendo nacido como lo ha hecho sin conocer el término necesidad, ¿podría un pijo marcarse metas, es decir, autoimponerse a título personal desafíos que vayan más allá de bajar de hándicap, tales como…? Bueno, es igual, ahora no se me ocurre ninguno pero ya me entiendes, hablo a nivel de hipótesis. Me refiero a que los pijos siempre hemos sido tenidos por personas frívolas e insensibles al sufrimiento ajeno, además de rematadamente egoístas e insolidarias (aunque eso sí, a cada uno lo suyo, irresistiblemente elegantes). Pues bien, yo creo que en realidad todo eso no es más que envidia camuflada, ya que en realidad lo que esos miserables detractores de la margen izquierda son incapaces de admitir, es que su insensibilidad para comprender hechos tan obvios como la inconstitucionalidad de la imposible combinación escarpín blanco/mocasín, les hace sentirse terriblemente fútiles y desdichados. Y no les culpo, de verdad. Es más, aunque sólo sea para esto, incluso me solidarizo con ellos.
Dejar claro que mi intención con este ambicioso volumen, a caballo entre el ensayo y la novela hagiográfica, no es arrojar luces esclarecedoras sobre cuestiones tan esencialmente abstrusas como las apuntadas, sino sencillamente constatar la enorme complejidad y la gran vastedad de consecuencias prácticas que se derivan del asunto. O lo que es lo mismo, ¿se pude ser de izquierdas y preferir el bridge al mus?, ¿puede un pijo no acomplejado de serlo vestir siempre de negro?, ¿es factible que un pijo toque auténtico rock n’ roll, o acaso no es ésta más que otra burda forma de intentar maquillar sus inconfesables complejos de niño mimado? Por no hablar de, de lejos, el enigma más intrincado de todos ellos: queridísimo Álvaro de Marichalar, si me estás leyendo…, ¿se puede saber de una santa vez a qué coño te dedicas aparte de a pulular en moto acuática por mitad del océano? Porque no sé, puestos a ser un poco puñeteros, también me pregunto, ¿es posible ser el campeón de algo cuando en dicha competición existe un único competidor? En fin, estarás conmigo en que, a bote pronto, no son cuestiones nada fáciles de responder…
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