Descripción
En el anterior y primer volumen de esta transgresora colección de radiografías sociales, Vida y muerte de un pijo de Neguri, llevé a cabo una vasta y reveladora reflexión sobre las implicaciones que se derivan de ser pijo (pareciéndolo o no) en el Neguri de Toda la Vida más contemporáneo. O lo que viene a ser lo mismo, en el más anacrónico, vetusto y casposo que uno pueda imaginar. Los innumerables seguidores de esa pequeña gran joya literaria recordarán la peripecia vital del protagonista, Eugenio de Meditamendi y Coburgo, al enfrentarse a la muerte con la única ayuda de sus providenciales coraje y determinación (esto es, sin ningún tipo de ayuda).
En este nuevo tratado sobre la singular fisonomía social de esta localidad venida a menos (llegó a un punto álgido de acomodamiento en el periodo franquista a partir del cual ir a más habría desafiado las leyes de la física más incontestables), nuestro héroe descubrirá con el paso del implacable tiempo negurítico, que hay algo que supera a la muerte en cuanto a poder acongojante. Es más, sobre todo cuando uno ha tenido una educación que ha encontrado sus mayores y más traumáticos obstáculos, en un bocadillo para merendar corto de Nocilla o un ciclomotor de moda con una velocidad punta especialmente desilusionante. Pues bien, ese algo no es otro que enfrentarse a la continuidad de la vida y a la consiguiente alopecia galopante que ésta provoca, cuando la maledicencia negurítica convierte tu aislamiento y desconcierto vitales en un motivo digno de escarnio. Porque yo me pregunto con inusitada curiosidad, ¿qué nos pasa a los pijos solitarios de Neguri cuando, conforme vamos peinando canas, vamos acumulando amigos casados y desencanto a espuertas?
Valoraciones
No hay valoraciones aún.